El día amaneció plomizo, advirtiendo agua, pero la amaneza no pasó a mayores. No brillaron los colores de una primavera recién estrenada, ni tampoco los árboles fueron avisados de la buena nueva. Excepto los almendros, que como todo el mundo sabe, son los más enterados del parque, los brotes siguen como si nada, esperando un aire cálido que los despierte a la vida.
Si quieres soledad, no vayas al Retiro un domingo porque no habrá una oportunidad para el silencio. Aun así resulta maravilloso pasear sin rumbo y detenerse a la vuelta de una sorpresa, de un detalle, de un atisbo de aventura.
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