domingo, 1 de mayo de 2011

Decir "No"- Pedro Simón



A los cinco años, Cristobalito nos pidió ir a Eurodisney y le dijimos que bueno, que vale, porque todos sus amigos de la urbanización se habían retratado con Pluto y nuestro hijo no. Fuimos, se hizo las fotos y se las enseñó a la niña del 5ºC. Ea... Nos quitamos un peso de encima.

A los ocho años nos pidió una videoconsola y se la compramos porque en clase era el único que no la tenía. Los veías a todos en el recreo matando marcianos y al nuetro allí, apartado, con el gafotas y el gordo. Cuando ese día nos íbamos, Luisa me agarró la mano entre lágrimas. "Es que el niño va a ser el raro". A la mañana siguiente le compramos la Super-Force-Turbo. Ahora juego yo solo. Pero no me importa.

El teléfono móvil cayó cuando tenía 10 años y a raíz de que el chico tratara de ahogarse metiendo la cabeza en la bañera como forma de protesta. Gritaba que no podía comunicarse si no tenía acceso a internet. Así que, ya puestos, decidimos comprarle el mejor aparato, no fuera a ser que se traumatizara y acabara como un delicuente juvenil. Para asegurarnos  de su felicidad le compramos también una tableta digital, un perro chow-chow y una Play Station con cristales de Swarovski.

A los 11, angelito incauto, lo que veía en el colegio o por la tele, a ver. Que si unas zapatillas Nike. Que si un polo de Ralph Lauren. Que si una cazadora Burberry... El día en que nos dijo que los padres de sus compañeros eran más jóvenes que nosotros, nos faltó tiempo a Luisa y a mí. Por la noche nos teñimos las canas.

Tenía 12 años cuando lo mandamos a esquiar a Sierra Nevada para que no fuera menos que el resto.
Cuando llegó a los 13 se le emperejiló una profesora de oboe y le aplaudimos el gusto. A los 14 años dijo que se nos asfixiaba y tiramos dos tabiques de casa, hicimos reforma y le quedó una habitación espaciosa de 68,20 m2. Estábamos apretados mi mujer y yo, es cierto,  pero no cabíamos de contentos.

La pasada semana Cristobalito cumplió 15. El chico llegó encabronado, pegó un portazo y le dijo a su madre "Muérete". Obedecimos. Entre estertores de moribunda, con sus manos entre las mías, Luisa me hizo prometer que miraría lo de la moto.

Pedro Simón

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