viernes, 17 de febrero de 2012

Pierre Loüys (1870 - 1925) Manual de urbanidad para señoritas - Con el Presidente de la República

Decadente, irreverente, irónico. El gran erótico de los Simbolistas.




Si le solicitan el honor de recitar un cumplido delante del Presidente de la República, no le diga al oído en el momento en que se inclina a besarla: "Ven a casa, te la pondré tiesa".

Incluso si usted lo reconoce como un antiguo frecuentador de la casa clandestina en la que usted prostituye su boquita, no le llame "gran bebé" delante de su Estado Mayor.

No lo llame tampoco "viejo sátiro" chantajeándole con un millón de francos por su silencio.

Si, por el contrario, él la rapta secretamente y se abalanza sobre su trasero para aliviar su lubricidad, nada la obliga a dejarse violar por el Jefe de Estado.

Si, por su propia voluntad, usted se acuesta con él y si él la ruega que le haga pípí en la cara, no objete que este acto sería indigno del respeto que usted le debe. El conoce el protocolo mejor que usted.

Puede pedir al señor Presidente de la República una mecha de su pelo para acordarse de sus favores, pero sería indiscreto cortarle el pito para conservarlo como recuerdo.

Si, durante una juerga nocturna, encuentra al Presidente de la República completamente borracho, tumbado en un charco, haga que vuelvan a conducirlo a Palacio con los honores que le son debidos.

Si el señor Presidente de la República falleciera de pronto mientras usted le mama la leche, puede contar la historia a todo el mundo: no la perseguirán. Hay precedentes.


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