Soy admirador de Rafael Álvarez, desde hace más de veinticinco años, cuando interpretaba a los clásicos en barrios periféricos y casas de cultura de toda España. Reconozco mi profunda admiración por su capacidad de actuar, de comunicar, de hacer reir y de ser a la vez crítico con las acciones y respetuoso con las personas. Su visión del siglo de oro, de los Evangelios y los Místicos podría parecer una apuesta arriesgada para los tiempos que corren, tiempos donde hemos pegado fuego a casi todo; pero "El Brujo" consigue, finalmente, traspasar el tapiz de la ignorancia, la resistencia a las ideas preconcebidas para mostrarnos el valor del ser humano, el conocimiento que no pasa de moda y emocionarnos profundamente a la vez que nos hace reír Un gesto, un sonido, una postura, le sirven para definir un personaje, una idea, una acción y evocarla para el espectador.
Resulta difícil imaginar que una sola persona, sin mantener aparentemente, una línea argumental, con un decorado ajeno y acompañado por una silla solitaria, sea capaz de llenar un escenario en todos los sentidos. Cómico es un ejercicio de improvisación y también de retrospección desde su vida y su experiencia.
No debéis perderos, acaso no podéis, esta "rara obra".
Solamente los lunes a las 20:30 horas en el teatro Cofidís en la calle Alcalá, número veinte.
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